Parece que en el partido de Quilmes al Libertador le tocó una estadía agitada en las simbologías de su memoria. Recordemos las ironías risibles - vistas desde el presente - que acontecieron a la estatua de la plaza San Martín. [1]
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HURTO CARTONERO
El hecho ocurrió el jueves 4 de aquel mismo mes, protagonizado por dos sujetos que transitaban en un carro tirado por un caballo a las dos de la madrugada. Los ladrones de próceres arrancaron de su basamento la efigie de bronce (trabajo que deben haber realizado en varias madrugadas hasta aflojar el busto para, en una noche, llevárselo como se hizo recientemente con el busto de Hipólito Yrigoyen que se hallaba en la plaza homónima o ‘de la estación’) [3]El peso no les permitió subirlo al carro, entonces los ‘ingeniosos’ malvivientes le ataron una soga por el cuello y el otro extremo de la misma al carro y partieron satisfechos arrastrando la efigie del Padre de la Patria por la avenida San Martín hasta la calle Castro Barros, indudablemente algún vecino insomne habrá sentido los ruidos del acarreo, pero quién podría imaginar ese hecho insólito. Afortunadamente al llegar a la calle Belgrano, fueron interceptados por un móvil policial que puso a buen recaudo al General San Martín y a los delincuentes.
Por supuesto que la figura quedó muy maltrecha, pero gracias a la encomiable tarea de la Asociación Cultural Sanmartiniana de Quilmes, quien reunió los setecientos pesos (de aquella época), destinados a la restauración de los daños sufridos y volvió a su basamento de origen.
Pronto el busto será trasladado con más seguridad a un punto próximo al cruce de las avenidas San Martín y Zapiola.
Investigación y compilación Chalo Agnelli
Foto Carlos Scott para el periódico ‘BernalES’
NOTAS
[1] Ver EL QUILMERO del miércoles, 2 de octubre de 2013, “El Monumento al Libertador obra de Antonio Sassone en la Plaza San Martín – Peripecias de un emplazamiento (1933 – 1965)”
[2] El periódico BernalES tiene como director/propietario al periodista Norberto M. J. Giallombardo
[3]El busto de Yrigoyen se salvaguardó gracias a la atención de un vecino y hoy se halla en el Museo de Artes Visuales Víctor Roverano.