En la primera nota sobre la historia de la primera escuela oficial que tuvo Quilmes (Ver: http://elquilmero.blogspot.com.ar/2013/02/escuela-n-1-150-anos-de-historia-1-nota.html y publicado por el peródico Perspectiva Sur el 4 de marzo próximo pasado) se dieron los antecedentes que fueron desarrollándose en nuestra historia educativa hasta llegar al 25 de mayo de 1863, con muchas frustraciones, aciertos, avances y retrocesos, fecha de la fundación del primer edificio que encabeza esta segunda nota.
LA ESCUELA PRIMARIA Nº 1 “BERNARDINO RIVADAVIA”1863 - 2013 - SEGUNDA NOTA
Prof. Ch.Agnelli
de "Maestros y Escuelas de Quilmes" Ed Jarmat, 2004
La historia de la Escuela Nº 1 está indefectiblemente ligada a la evolución del la organización educativa del distrito todo, por eso no podemos con el afán de ser rigurosos dejar de lado antecedentes que determinan su fundación. Y no digo creación pues los antecedentes son muchos desde 1822.
Los ditirambos especulativos de algunos historiadores y/o afectos a la historia local consideran fecha de fundación de la Escuela Nº 1 el 31 de diciembre de 1822, cuando el Rector de la Universidad, de quien dependían las escuelas urbanas y rurales, don Antonio Sáenz, designó a José López, preceptor en Quilmes (hacía 10 años que la Reducción había sido extinguida). Cargo que nunca ejerció el mencionado maestro y su nombramiento quedó sin efecto por nota del 7 de junio de 1823 y López pasó a la escuela de La Ensenada de Barragán.
Las escuelas las fundan alumnos y docentes, de modo que sin tales no hay escuela por más que se llenen cuartillas fundacionales por parte de las autoridades correspondientes y la fútil burocracia.
Las escuelas las fundan alumnos y docentes, de modo que sin tales no hay escuela por más que se llenen cuartillas fundacionales por parte de las autoridades correspondientes y la fútil burocracia.
CENTENARIO
En 1963, cuando la Escuela Nº 1 celebró su Centenario hubo otros historiadores, docentes y vecinos viejos de Quilmes que opusieron los festejos blandiendo la fecha del 29 de noviembre de 1824, cuando el Rector Sáenz designó a José Rosende maestro en la aldea que era Quilmes por esos años y aunque Rosende no comenzó a dar clases hasta el 14 de mayo de 1827, algún razonamiento había en los que refutaban el centésimo aniversario, ya que este fue el primer maestro que ejerció como tal en Quilmes, pero esta última también podría ser considerado fecha fundacional.O sea que ya tenemos cuatro fechas posibles de fundación: el 31 de diciembre de 1822; el 29 de noviembre de 1824 y la definitiva, 25 de mayo de 1863.
REORGANIZACIÓN
Rosende se desempeñó en el magisterio local hasta mayo de 1830 y en 1831 fue reemplazado por Rafael Venavente que renunció sin asumir el 4 de enero de 1833, y lo sustituyó Justino Rodríguez, que tampoco vio alumnos alguno hasta el 16 de octubre de 1834 en que cedió el cargo a Felipe Secondo de Vallona, sucedido, a su vez, en 1835 por Félix Meals, el segundo maestro quilmeño que logró infundir las primeras letras a los niños del villorrio.
Durante esos casi 10 años, el dictado de clases fue sumamente irregular y deficitario. Meals, a pesar de vario contratiempos, permaneció en el cargo efectivo durante discontinuos 28 años.
En agosto de 1853, el Departamento de Escuelas (reorganizado después de la caída de Rosas en Caseros en 1851 y con una nueva Constitución Nacional) promovió la apertura oficial de los establecimientos educativos. En Quilmes don Andrés Baranda Juez de Paz del nuevo Partido escindido de Barracas al Sur en 1852, dispuso la concreción de la medida no sin contratiempos.
REORGANIZACIÓN
Rosende se desempeñó en el magisterio local hasta mayo de 1830 y en 1831 fue reemplazado por Rafael Venavente que renunció sin asumir el 4 de enero de 1833, y lo sustituyó Justino Rodríguez, que tampoco vio alumnos alguno hasta el 16 de octubre de 1834 en que cedió el cargo a Felipe Secondo de Vallona, sucedido, a su vez, en 1835 por Félix Meals, el segundo maestro quilmeño que logró infundir las primeras letras a los niños del villorrio.
Durante esos casi 10 años, el dictado de clases fue sumamente irregular y deficitario. Meals, a pesar de vario contratiempos, permaneció en el cargo efectivo durante discontinuos 28 años.
En agosto de 1853, el Departamento de Escuelas (reorganizado después de la caída de Rosas en Caseros en 1851 y con una nueva Constitución Nacional) promovió la apertura oficial de los establecimientos educativos. En Quilmes don Andrés Baranda Juez de Paz del nuevo Partido escindido de Barracas al Sur en 1852, dispuso la concreción de la medida no sin contratiempos.
La escuela funcionó en la esquina NE de Hipólito Yrigoyen y Humberto Primo, luego pasó a la esquina SE de Sarmiento y Alsina a cargo del maestro interino Saturnino Echeverría, fundando una de las varias dinastías de familias educadoras que se destacaron en la localidad hasta la fecha. Era un local inapropiado por la que la municipalidad abonaba $ 300.
Seguramente, Meals debía estar con licencia pues en julio de 1857, hay documentos referentes a los festejos por el Día de la Independencia donde figuran como maestros Félix Meals y Manuela Rivero de Echeverría (designada por la Sociedad de Beneficencia desde el 16 de marzo de 1852) Se lo vuelve a nombrar cuando el 9 de agosto de 1857, llega a la escuela el busto de Bernardino Rivadavia, que luego dará nombre a la escuela, enviado por el Jefe del Departamento de Escuelas don Domingo Faustino Sarmiento. El 25 de Mayo de 1858, los alumnos de las dos únicas escuelas quilmeñas, la de varones y la de niñas, participaron del acto patrio luciendo delantales blancos mandados a hacer por don Andrés Baranda. Ese día, tremolaban en la descuidada plaza Mayor pequeñas banderas, confeccionadas por doña Melchora Giles de Baranda y otras señoras del pueblo.
En octubre de ese mismo año, a pedido del Dr. José Antonio Wilde fueron vacunados los escolares: 42 varones y 76 niñas.En 1860, Andrés Baranda dispuso la gratuidad y obligatoriedad de la asistencia a la escuela de todos los niños y niñas en edad escolar.
Estos datos permiten argüir que el año de fundación de la Nº 1 junto con la Nº 2 de niñas (aún no se había generalizado la enseñanza mixta), sería 1853, o sea que la primera institución de enseñanza primaria del distrito tendría hoy más de 150 años.
A mediados de 1861 Sarmiento solicitó al Juez de Paz que destine un terreno para levantar la escuela de varones. Tomás Flores, que había sido el primer juez de paz y presidente de la municipalidad del nuevo partido separado de Barracas la Sur (Avellaneda), asigna un lote ubicando entre el juzgado de paz y la iglesia parroquial, destinado a escuela según decreto de 1822 del ministro de gobierno de la provincia de Buenos Aires, doctor Bernardino Rivadavia.
Acompañaban a Flores como municipales (Concejales) el Dr. José A. Wilde, Rodolfo Carlsen, Pedro Costa, Benito Risso, Mariano Solla y secretario Robustiano Pérez.
Seguramente, Meals debía estar con licencia pues en julio de 1857, hay documentos referentes a los festejos por el Día de la Independencia donde figuran como maestros Félix Meals y Manuela Rivero de Echeverría (designada por la Sociedad de Beneficencia desde el 16 de marzo de 1852) Se lo vuelve a nombrar cuando el 9 de agosto de 1857, llega a la escuela el busto de Bernardino Rivadavia, que luego dará nombre a la escuela, enviado por el Jefe del Departamento de Escuelas don Domingo Faustino Sarmiento. El 25 de Mayo de 1858, los alumnos de las dos únicas escuelas quilmeñas, la de varones y la de niñas, participaron del acto patrio luciendo delantales blancos mandados a hacer por don Andrés Baranda. Ese día, tremolaban en la descuidada plaza Mayor pequeñas banderas, confeccionadas por doña Melchora Giles de Baranda y otras señoras del pueblo.
En octubre de ese mismo año, a pedido del Dr. José Antonio Wilde fueron vacunados los escolares: 42 varones y 76 niñas.En 1860, Andrés Baranda dispuso la gratuidad y obligatoriedad de la asistencia a la escuela de todos los niños y niñas en edad escolar.
Estos datos permiten argüir que el año de fundación de la Nº 1 junto con la Nº 2 de niñas (aún no se había generalizado la enseñanza mixta), sería 1853, o sea que la primera institución de enseñanza primaria del distrito tendría hoy más de 150 años.
A mediados de 1861 Sarmiento solicitó al Juez de Paz que destine un terreno para levantar la escuela de varones. Tomás Flores, que había sido el primer juez de paz y presidente de la municipalidad del nuevo partido separado de Barracas la Sur (Avellaneda), asigna un lote ubicando entre el juzgado de paz y la iglesia parroquial, destinado a escuela según decreto de 1822 del ministro de gobierno de la provincia de Buenos Aires, doctor Bernardino Rivadavia.
Acompañaban a Flores como municipales (Concejales) el Dr. José A. Wilde, Rodolfo Carlsen, Pedro Costa, Benito Risso, Mariano Solla y secretario Robustiano Pérez.
ARBITRIO
Como se resolvió establecer la fecha de fundación de Quilmes ensamblando fechas, todas estas lucubraciones de posibles fechas de fundación de la Escuela Nº 1 de Quilmes, se solucionan mediante una, a partir de la cual ya no hubo interrupciones en el dictado de clases, a partir de la cual se contó con un edificio oficial, destinado únicamente a funciones educativas y con docentes designados por autoridades competentes, el 25 de mayo de 1863.
Como se resolvió establecer la fecha de fundación de Quilmes ensamblando fechas, todas estas lucubraciones de posibles fechas de fundación de la Escuela Nº 1 de Quilmes, se solucionan mediante una, a partir de la cual ya no hubo interrupciones en el dictado de clases, a partir de la cual se contó con un edificio oficial, destinado únicamente a funciones educativas y con docentes designados por autoridades competentes, el 25 de mayo de 1863.
El 13 de abril de 1861, se hizo cargo de la escuela en reemplazo de Saturnino Echeverría uno de los maestros de mayor fervor comunitario y educativo que tuvo Quilmes en esos años, Robustiano Pérez, que venía actuando como secretario de la municipalidad desde marzo de 1856. Según dice el Prof. Juan Carlos Lombán: ''...verdadero arquetipo de educador poseído por una fervorosa pasión civilizadora y de bien público. "
Robustiano Pérez había nacido en 1822, supuestamente en Buenos Aires. Era un hombre parco, reservado y de costumbres modestas. Por su grafía y sintaxis se advierte que recibió una educación esmerada. Si bien su desempeño docente fue breve, pues el 27 de octubre de 1863, entregó el cargo al preceptor Julio Basset y Mansilla, la calidad de su paso por la escuela que funcionaba en su propiedad Mitre entre Rivadavia y Alsina, fue relevante.
Había adquirido este solar en 1839, allí construyó su vivienda y escuela. Luego edificó en el linde de la vereda, frente a la plaza, una sala que funcionó como juzgado de paz, frente al cual, afirma Manuel Ales, fue fusilado el juez de paz don Paulino Barreiro y no en la esquina SE de la plaza como aseguran otros historiadores.
Robustiano Pérez vendió esa propiedad a Juan Manuel García que murió en 1873 y la heredó su sobrino Antonio Silva; pasando luego a su hijo Aníbal Silva y Giráldez, donde instaló un almacén, “El Positivo”.
A su lado estaba la casa de Santiago Laurnaga y en la esquina de Mitre y Alsina había ombúes que albergaban las diligencias de Acuña y Córdoba que hacían el servicio a la Capital, Ensenada, Magdalena y Chascomús.
Robustiano Pérez Aún desde afuera de las aulas, Robustiano Pérez, siguió bregando por la educación en el partido. Como municipal, cargo que desempeñó hasta agosto de 1866 en que se retiró de la vida pública, procuró que la primera escuela tuviera edificio propio, tuvo significativa influencia en la ordenanza de 1860, mencionada anteriormente y, en 1864, con el Dr. Wilde se unieron con la iniciativa de crear la Comisión Municipal Inspectora de las Escuelas.
En 1862, siendo juez de paz y presidente municipal Francisco Lozano, se reiniciaron las gestiones para levantar el edificio de la Escuela Pública(el demolido en 1909, del cual subsiste la escuela para niñas, edificada en 1882, sobre la calle Alem, actual Jardín 921) El edificio fue modelo de otros construidos con posterioridad.
Solamente queda un croquis dibujado por Juan María Gutiérrez, rector de la universidad aconsejando que se construya un establecimiento educativo igual en la localidad de Salto. El edificio original, con algunas ampliaciones, perduró hasta 1910.
El 1° de abril fue aceptado, con algunas modificaciones el contrato presentado por el arquitecto Pedro Petrochi y el constructor Donad por un costo de $ 131.000. Lo firmaron además del nombrado arquitecto, Robustiano Pérez y Francisco Lozano.
Antes de iniciarse las obras se presentó un reclamo del obispo de Buenos Aires Mons. Escalada que influido por el párroco Vadoni, reclamaba que el terreno donde se pretendía construir la escuela era de propiedad de la Iglesia. Baranda le respondió que en virtud del decreto del 16 de setiembre de 1825:“en todos los pueblos de campaña se reservarán dos solares (dos cuartos de manzana) con frente a la plaza principal, destinados a la oportuna construcción de los edificios públicos de escuela, casa de justicia (juzgado de paz al que se agregaría la municipalidad) y templo donde fuese necesario...” También recordaba que ambos solares estaban ocupados por el edificio municipal, el terreno destinado a las escuelas, la vieja casa parroquial y el antiguo templo y que quedaban, además, 41 varas donde edificar una iglesia adecuada.
Robustiano Pérez había nacido en 1822, supuestamente en Buenos Aires. Era un hombre parco, reservado y de costumbres modestas. Por su grafía y sintaxis se advierte que recibió una educación esmerada. Si bien su desempeño docente fue breve, pues el 27 de octubre de 1863, entregó el cargo al preceptor Julio Basset y Mansilla, la calidad de su paso por la escuela que funcionaba en su propiedad Mitre entre Rivadavia y Alsina, fue relevante.
Había adquirido este solar en 1839, allí construyó su vivienda y escuela. Luego edificó en el linde de la vereda, frente a la plaza, una sala que funcionó como juzgado de paz, frente al cual, afirma Manuel Ales, fue fusilado el juez de paz don Paulino Barreiro y no en la esquina SE de la plaza como aseguran otros historiadores.
Robustiano Pérez vendió esa propiedad a Juan Manuel García que murió en 1873 y la heredó su sobrino Antonio Silva; pasando luego a su hijo Aníbal Silva y Giráldez, donde instaló un almacén, “El Positivo”.
A su lado estaba la casa de Santiago Laurnaga y en la esquina de Mitre y Alsina había ombúes que albergaban las diligencias de Acuña y Córdoba que hacían el servicio a la Capital, Ensenada, Magdalena y Chascomús.
Robustiano Pérez Aún desde afuera de las aulas, Robustiano Pérez, siguió bregando por la educación en el partido. Como municipal, cargo que desempeñó hasta agosto de 1866 en que se retiró de la vida pública, procuró que la primera escuela tuviera edificio propio, tuvo significativa influencia en la ordenanza de 1860, mencionada anteriormente y, en 1864, con el Dr. Wilde se unieron con la iniciativa de crear la Comisión Municipal Inspectora de las Escuelas.
En 1862, siendo juez de paz y presidente municipal Francisco Lozano, se reiniciaron las gestiones para levantar el edificio de la Escuela Pública(el demolido en 1909, del cual subsiste la escuela para niñas, edificada en 1882, sobre la calle Alem, actual Jardín 921) El edificio fue modelo de otros construidos con posterioridad.
Solamente queda un croquis dibujado por Juan María Gutiérrez, rector de la universidad aconsejando que se construya un establecimiento educativo igual en la localidad de Salto. El edificio original, con algunas ampliaciones, perduró hasta 1910.
El 1° de abril fue aceptado, con algunas modificaciones el contrato presentado por el arquitecto Pedro Petrochi y el constructor Donad por un costo de $ 131.000. Lo firmaron además del nombrado arquitecto, Robustiano Pérez y Francisco Lozano.
Antes de iniciarse las obras se presentó un reclamo del obispo de Buenos Aires Mons. Escalada que influido por el párroco Vadoni, reclamaba que el terreno donde se pretendía construir la escuela era de propiedad de la Iglesia. Baranda le respondió que en virtud del decreto del 16 de setiembre de 1825:“en todos los pueblos de campaña se reservarán dos solares (dos cuartos de manzana) con frente a la plaza principal, destinados a la oportuna construcción de los edificios públicos de escuela, casa de justicia (juzgado de paz al que se agregaría la municipalidad) y templo donde fuese necesario...” También recordaba que ambos solares estaban ocupados por el edificio municipal, el terreno destinado a las escuelas, la vieja casa parroquial y el antiguo templo y que quedaban, además, 41 varas donde edificar una iglesia adecuada.
El decreto fue recuperado por don Andrés Baranda, “El árbol de la buena sombra”,37 años después de su vigencia y permitió la construcción del antiguo edificio de la N° 1 donde jurídicamente le correspondía.
Los trabajos se iniciaron el 1° de abril de 1862. El último pago de 31.000 pesos fue abonado en donación por el tesorero municipal don Mariano Solla, pues la municipalidad no había podido reunir ese dinero. Otra demostración del espíritu de comunidad que existía en esos hombres abocados a la construcción de un país.
La municipalidad contaba con un presupuesto anual de $186.746. Destinaba a las escuelas y fomento de la enseñanza $ 100.000, es decir, un 53,5 %.
De esta manera la municipalidad que desde 1854 pagaba una suma de $ 300 pesos por una propiedad totalmente inadecuada a los fines educativos tendría un establecimiento propio y apropiado a sus fines.
Robustiano Pérez, el 30 de abril de 1863, promovió una colecta entre los municipales para construir el templo de la parroquia de la Inmaculada. Luego logra que se designe una comisión municipal inspectora de las obras que integra. Si bien en 1864 renuncia porque sus ocupaciones no le permiten realizar una supervisión exhaustiva el 10 de setiembre de ese mismo año renuncia irregularidades y logra que no se usen ladrillos viejos en los cimientos.
Los trabajos se iniciaron el 1° de abril de 1862. El último pago de 31.000 pesos fue abonado en donación por el tesorero municipal don Mariano Solla, pues la municipalidad no había podido reunir ese dinero. Otra demostración del espíritu de comunidad que existía en esos hombres abocados a la construcción de un país.
La municipalidad contaba con un presupuesto anual de $186.746. Destinaba a las escuelas y fomento de la enseñanza $ 100.000, es decir, un 53,5 %.
De esta manera la municipalidad que desde 1854 pagaba una suma de $ 300 pesos por una propiedad totalmente inadecuada a los fines educativos tendría un establecimiento propio y apropiado a sus fines.
Robustiano Pérez, el 30 de abril de 1863, promovió una colecta entre los municipales para construir el templo de la parroquia de la Inmaculada. Luego logra que se designe una comisión municipal inspectora de las obras que integra. Si bien en 1864 renuncia porque sus ocupaciones no le permiten realizar una supervisión exhaustiva el 10 de setiembre de ese mismo año renuncia irregularidades y logra que no se usen ladrillos viejos en los cimientos.
El primer nombre que tuvo la actual plaza San Martín, que fue 25 de Mayo, fue propuesto por Robustiano Pérez en 1859 desplazando el nombre de Mayor o Principal, que conservaba desde la época colonial.
A su retiro de la vida pública en 1866 Pérez tenía 44 años, era soltero de modo que no tuvo descendientes ni ninguna otra familia en Quilmes, que se conozca. Se ignora su destino aunque se supone que murió pocos años después de 1867 porque nada más se habla de él en los documentos existentes ni en el anecdotario popular.
A su retiro de la vida pública en 1866 Pérez tenía 44 años, era soltero de modo que no tuvo descendientes ni ninguna otra familia en Quilmes, que se conozca. Se ignora su destino aunque se supone que murió pocos años después de 1867 porque nada más se habla de él en los documentos existentes ni en el anecdotario popular.
La escuela Nº 50 de San Francisco Solano, en la calle 826 entre la 897 y 898, lleva el nombre de aquel señero educador.
LA FUNDACIÓN DEL PRIMER EDIFICIO ESCOLAR DE QUILMES
Finalmente, el 25 de mayo de 1863 se inaugura el edificio de las dos escuelas. Cerrando un proceso que se había iniciado tres años antes: la N° 1 para varones y la escuela N° 2 para niñas (hoy el mismo edificio del Jardín 921)
El mobiliario y los bancos, además de los adquiridos en 1853 por Baranda, fueron traídos de Estados Unidos y Canadá a comienzos de 1863 y destinados a esta flamante escuela; según la que fuera directora largos años de la escuela N° 1 y su historiadora, la señora Lila Giordano de Campelo, aún existían cerca de 130 en perfectas condiciones de uso en 1970.
Finalmente, el 25 de mayo de 1863 se inaugura el edificio de las dos escuelas. Cerrando un proceso que se había iniciado tres años antes: la N° 1 para varones y la escuela N° 2 para niñas (hoy el mismo edificio del Jardín 921)
El mobiliario y los bancos, además de los adquiridos en 1853 por Baranda, fueron traídos de Estados Unidos y Canadá a comienzos de 1863 y destinados a esta flamante escuela; según la que fuera directora largos años de la escuela N° 1 y su historiadora, la señora Lila Giordano de Campelo, aún existían cerca de 130 en perfectas condiciones de uso en 1970.
INAUGURACIÓN DE LA ESCUELA
El día previo a su inauguración todo el pueblo se preparó para los festejos que comenzaron con la iluminación de la casa Municipal y de algunos vecinos con farolitos chinos y se dispararon fuegos artificiales. A la madrugada del 25 se iniciaron los actos a cargo del maestro Robustiano Pérez. A las once la banda del Comandante Galván entonó temas de la época. Se hizo misa solemne y Tedeum después de lo cual se bendijo el edificio. Se dirigieron varios discursos, entre otros, los del Municipal Dr. José Antonio Wilde, del Municipal y Preceptor Robustiano Pérez, de Tomás Flores, etc. La ceremonia concluyó a las cuatro de la tarde, reiterándose a las ocho de la noche los fuegos artificiales.
Esto es una muestra de cuanto significaba la educación como logro de progreso para un humilde pueblo naciente, pero orgulloso de su significación en lo que fuera el Pago de la Magdalena.
El 27 de octubre de ese mismo año se llevó a cabo el inventario de las dos escuelas contando con: 6 mesas con 12 bancos anexos; 1 escritorio; 12 pizarrones grandes y uno mediano, 1 vitrina, 25 tinteros, 70 pizarras usadas, 1 geografía de Smith, un busto de Rivadavia, 13 mapas, 10 pupitres con sus asientos, etc.
En 1866, Quilmes ya contaba con 2 escuelas particulares, la de Elena Hartfield Wilde de Carlsen (sorbina del Dr. Wilde) y la de las hermanas Santos; y dos públicas. La concurrencia efectiva era de 39 niños y 42 niñas, si bien la inscripción era mucho mayor.
El día previo a su inauguración todo el pueblo se preparó para los festejos que comenzaron con la iluminación de la casa Municipal y de algunos vecinos con farolitos chinos y se dispararon fuegos artificiales. A la madrugada del 25 se iniciaron los actos a cargo del maestro Robustiano Pérez. A las once la banda del Comandante Galván entonó temas de la época. Se hizo misa solemne y Tedeum después de lo cual se bendijo el edificio. Se dirigieron varios discursos, entre otros, los del Municipal Dr. José Antonio Wilde, del Municipal y Preceptor Robustiano Pérez, de Tomás Flores, etc. La ceremonia concluyó a las cuatro de la tarde, reiterándose a las ocho de la noche los fuegos artificiales.
Esto es una muestra de cuanto significaba la educación como logro de progreso para un humilde pueblo naciente, pero orgulloso de su significación en lo que fuera el Pago de la Magdalena.
El 27 de octubre de ese mismo año se llevó a cabo el inventario de las dos escuelas contando con: 6 mesas con 12 bancos anexos; 1 escritorio; 12 pizarrones grandes y uno mediano, 1 vitrina, 25 tinteros, 70 pizarras usadas, 1 geografía de Smith, un busto de Rivadavia, 13 mapas, 10 pupitres con sus asientos, etc.
En 1866, Quilmes ya contaba con 2 escuelas particulares, la de Elena Hartfield Wilde de Carlsen (sorbina del Dr. Wilde) y la de las hermanas Santos; y dos públicas. La concurrencia efectiva era de 39 niños y 42 niñas, si bien la inscripción era mucho mayor.