"El periodismo es un fuego en el que vale la pena hacer arder".
Numerosas fueron las revistas que se publicaron en Quilmes. Abarcaron todos los tópicos posibles. Unas prolongadas en el tiempo, otras de pocos números, pero muy valiosas todas.
La primera revista ilustrada se lanzó a partir del 14 de julio de 1922, fue "El Plata", fue un magazine social que alcanzó extraordinaria difusión.
Algunas instituciones tuvieron sus propias revistas como “Fuego y Agua” de los Bomberos Voluntarios, “Vida Católica” de la parroquia Sagrado Corazón de La Colonia, la del Consejo Municipal de Turismo, los anuarios y números extraordinarios de los periódicos El Sol, Perspectiva Sur, Nuevo Horizonte, etc ,etc. Entre tantas se destacaron “Quilmes, generando cultura” y una publicación básicamente orientada hacia lo popular, la defensa de la libertad de prensa,[1]el apoyo a la educación y la docencia: esa revista fue “Los Indios Kilmes… un periodismo que nace para intentar dar espacio a quines no lo tienen”.
El primer número llegó a los lectores quilmeños en junio de 1993, con un valor de $ 3. Era su director el preciado periodista Dardo Abbattista, subdirector Enrique Rodríguez, Jefe de Redacción Andrés Mombrú, e integraban el equipo Leonor Núñez, Ariel Piytrell, Víctor Gullotta, Oscar “Tacho” Soto, Raúl Caramelo y contaba con la colaboración del Pbro. Luis Farinello.
Entre sus considerables y suculentos artículos, hay uno que nos interesa – aunque en próximas entregas publicaremos otros – por una cuestión que hace a nuestra Historia que es de lo cuanto se ocupa EL QUILMERO. Es una reflexión del colega y amigo Prof. Víctor Gabriel Gullotta, integrante de la Agrupación Los Quilmeros; titulado “Porque escribimos Kilmes con K y no con Q”, refiriéndose al nombre de la revista, pero que esclarece en algo el topónimo de este partido que se enfrenta al Río de la Plata y el de la villa tucumana sobre la Ruta Nacional Nº 40 que es asentamiento de descendientes del guerrero pueblo de los Quilmes, y el gentilicio de los habitantes de ambos territorios argentinos.
Este tema se trató en EL QUILMERO el sábado, 18 de septiembre de 2010, en las etiquetas: “Las Tres Fundaciones” o “Los Quilmes”, bajo el título: ¿QUILMES O KILMES?, [2]
El siguiente razonamiento enriquece lo conceptual. Gullotta explica con certero análisis las particularidades y circunstancias en torno al sustantivo patronímico con que se bautizó el pueblo y se dio por extinguida la reducción, en lo que en mi teoría denomino la segunda fundación... Pero… ¡Quilmeños, a las cosas! (Chalo Agnelli)
La primera revista ilustrada se lanzó a partir del 14 de julio de 1922, fue "El Plata", fue un magazine social que alcanzó extraordinaria difusión.
Algunas instituciones tuvieron sus propias revistas como “Fuego y Agua” de los Bomberos Voluntarios, “Vida Católica” de la parroquia Sagrado Corazón de La Colonia, la del Consejo Municipal de Turismo, los anuarios y números extraordinarios de los periódicos El Sol, Perspectiva Sur, Nuevo Horizonte, etc ,etc. Entre tantas se destacaron “Quilmes, generando cultura” y una publicación básicamente orientada hacia lo popular, la defensa de la libertad de prensa,[1]el apoyo a la educación y la docencia: esa revista fue “Los Indios Kilmes… un periodismo que nace para intentar dar espacio a quines no lo tienen”.
El primer número llegó a los lectores quilmeños en junio de 1993, con un valor de $ 3. Era su director el preciado periodista Dardo Abbattista, subdirector Enrique Rodríguez, Jefe de Redacción Andrés Mombrú, e integraban el equipo Leonor Núñez, Ariel Piytrell, Víctor Gullotta, Oscar “Tacho” Soto, Raúl Caramelo y contaba con la colaboración del Pbro. Luis Farinello.
Entre sus considerables y suculentos artículos, hay uno que nos interesa – aunque en próximas entregas publicaremos otros – por una cuestión que hace a nuestra Historia que es de lo cuanto se ocupa EL QUILMERO. Es una reflexión del colega y amigo Prof. Víctor Gabriel Gullotta, integrante de la Agrupación Los Quilmeros; titulado “Porque escribimos Kilmes con K y no con Q”, refiriéndose al nombre de la revista, pero que esclarece en algo el topónimo de este partido que se enfrenta al Río de la Plata y el de la villa tucumana sobre la Ruta Nacional Nº 40 que es asentamiento de descendientes del guerrero pueblo de los Quilmes, y el gentilicio de los habitantes de ambos territorios argentinos.
Este tema se trató en EL QUILMERO el sábado, 18 de septiembre de 2010, en las etiquetas: “Las Tres Fundaciones” o “Los Quilmes”, bajo el título: ¿QUILMES O KILMES?, [2]
El siguiente razonamiento enriquece lo conceptual. Gullotta explica con certero análisis las particularidades y circunstancias en torno al sustantivo patronímico con que se bautizó el pueblo y se dio por extinguida la reducción, en lo que en mi teoría denomino la segunda fundación... Pero… ¡Quilmeños, a las cosas! (Chalo Agnelli)
PORQUE ESCRIBIMOS “KILMES” CON “K” Y NO CON “Q”
por el Prof. Víctor Gabriel Gullotta [3]
Setiembre de 1993.
Setiembre de 1993.
El Primer Triunvirato, por Decreto del 14 de agosto de 1812, funda el nacimiento de nuestra actual Ciudad como “pueblo de los Kilmes”. Lo escribe con “K” y no con “Q”. La cuestión nunca fue aclarada. Quedó en el olvido. Muchos nos han preguntado, acostumbrados por el logo universal de “Quilmes” qué queríamos decir con la “K”. La primera invasión inglesa que desembarcó en el fango de la ribera, o la conocida espuma cervecera, o el decano del fútbol argentino, o el paisaje del balneario repleto de veraneantes, crearon la única y definitiva sensación que “Quilmes” se escribe así desde siempre. Pero la Revista se presenta a contrapelo de esa “sensación”. Intentaremos dar algunas explicaciones.
Hay por lo menos dos circunstancias históricas, complejas en sí mismas, que fundamentan previamente la forma de escritura de ese famoso Decreto: las permanentes modificaciones en el uso del lenguaje escrito por los españoles, por un lado, y los intentos por traducir de manera fidedigna la lengua indígena, por el otro.
Ahora, meterse con la cuestión de una simple letra perdida en el abecedario puede parecer académico, y por lo tanto aburrido. Sin embargo, algunas veces, mirando hacia las pequeñas cosas nos encontramos con el abismo del universo.
Ahora, meterse con la cuestión de una simple letra perdida en el abecedario puede parecer académico, y por lo tanto aburrido. Sin embargo, algunas veces, mirando hacia las pequeñas cosas nos encontramos con el abismo del universo.
Documento emitido por el Primer Triunvirato, el 14/02/1812, firmado por Bernardino Rivadavia, y otros, anterior al Decreto de la Fundación, donde ya se escribe “Pueblo de los Kilmes” con “K”. Tema que ignoran los historiadores locales. Cuando transcriben estos documentos no se lo hace fielmente. Original en el Archivo General de la Nación.
EL USO ESPAÑOL DEL VOCABLO "QUI"La “K” no se utilizaba en el lenguaje español antiguo. En todos los documentos españoles, desde la época de la conquista, la “q”, unida con la “u”, era una consonante. Palabras de uso cotidiano como “quando” (cuando), “qualquiera” (cualquiera), se escribían con “q”, en perjuicio del mismo sonido que podía producir la “c” en determinadas palabras, o la “K” que directamente no se utilizaba.
La evolución del vocablo “qui”, que aquí nos interesa, hizo que la “u” desapareciera por no pronunciarse y la “q” se trastocara por otra consonante. Por ejemplo, en algunas palabras: “coquina” (cocina), “torquere” (torcer). Estos viejos usos tendieron a desaparecer probablemente a comienzos del siglo XDC, momento que confluye con la época del mencionado Decreto. Hasta ese entonces las palabras con “qui”, “quo”, “qua”, “que”, eran muy habituales en el lenguaje de nuestros atropellados visitantes.
De modo que los españoles, al llegar a la región del Valle Calchaquí en el siglo XVII para someter a los indios del lugar y conquistar su territorio, debieron escuchar que allí se encontraba un grupo ubicado al “Oeste del Tucumán”, que sonaba y se escribía para el invasor como “quilme”, el pueblo de los “quilmes”. Quedó entonces bautizado en todos los documentos militares, eclesiásticos y políticos oficiales de esta manera. El Gobernador militar siempre lo escribió con minúscula, como nombre común. Más tarde, en el último cuarto del siglo XVH, cuando ya estaban forzados en estas tierras, se los denominó como pueblo de la “Santa Cruz de los Quilmes”, con mayúsculas, reconociéndoles el carácter de nombre propio.
Los indios no tenían escritura por la cual hubieran dejado testimonio; sólo un lenguaje distinto: el “kakán”, que algunos prefieren escribir como “cacán” (catamarcano). De él se sabe casi nada. Por eso, tal vez, todo esto se reduzca escépticamente a un invento de los escritores que hablan desde otras culturas. Sin embargo nosotros creemos que alguna explicación todavía es posible.
Primera hipótesis: el vocablo “qui” - de resonancias latinas - había sufrido muchos cambios en la evolución del lenguaje español, desde la conquista al siglo XIX, momento en el cual se produce el Decreto. Estos cambios e inestabilidad del vocablo habrían influenciado para escribir el nombre del nuevo pueblo con “U” y no con “Qui”, en 1812.
La evolución del vocablo “qui”, que aquí nos interesa, hizo que la “u” desapareciera por no pronunciarse y la “q” se trastocara por otra consonante. Por ejemplo, en algunas palabras: “coquina” (cocina), “torquere” (torcer). Estos viejos usos tendieron a desaparecer probablemente a comienzos del siglo XDC, momento que confluye con la época del mencionado Decreto. Hasta ese entonces las palabras con “qui”, “quo”, “qua”, “que”, eran muy habituales en el lenguaje de nuestros atropellados visitantes.
De modo que los españoles, al llegar a la región del Valle Calchaquí en el siglo XVII para someter a los indios del lugar y conquistar su territorio, debieron escuchar que allí se encontraba un grupo ubicado al “Oeste del Tucumán”, que sonaba y se escribía para el invasor como “quilme”, el pueblo de los “quilmes”. Quedó entonces bautizado en todos los documentos militares, eclesiásticos y políticos oficiales de esta manera. El Gobernador militar siempre lo escribió con minúscula, como nombre común. Más tarde, en el último cuarto del siglo XVH, cuando ya estaban forzados en estas tierras, se los denominó como pueblo de la “Santa Cruz de los Quilmes”, con mayúsculas, reconociéndoles el carácter de nombre propio.
Los indios no tenían escritura por la cual hubieran dejado testimonio; sólo un lenguaje distinto: el “kakán”, que algunos prefieren escribir como “cacán” (catamarcano). De él se sabe casi nada. Por eso, tal vez, todo esto se reduzca escépticamente a un invento de los escritores que hablan desde otras culturas. Sin embargo nosotros creemos que alguna explicación todavía es posible.
Primera hipótesis: el vocablo “qui” - de resonancias latinas - había sufrido muchos cambios en la evolución del lenguaje español, desde la conquista al siglo XIX, momento en el cual se produce el Decreto. Estos cambios e inestabilidad del vocablo habrían influenciado para escribir el nombre del nuevo pueblo con “U” y no con “Qui”, en 1812.
Comienzo del Decreto de Fundación de nuestra actual Ciudad, fechado el día 14/08/1812, donde se observa que se escribe “Kilmes”, y no “Quilmes”. Tema para la revisión histórica. Fotografía del original que se encuentra en el Archivo General de la Nación (División Gobierno Nacional, junio 1812, S10, C6, A6, N° 4).
ALGUNAS VOCES QUECHUAS CON “K” La lengua dominante en el Noroeste argentino, antes de la llegada de los españoles, era el quechua y provenía de las amplias extensiones del imperio incaico. Es significativo que algunas voces derivadas del quechua, incluido el “kakán”, fueron anotadas por los traductores a partir de una consonante distinta, por ejemplo: “khólla” (colla), “karanchu” (carancho). Respondía a la necesidad de señalar un sonido más áspero, abrupto. “Qui” suena con cierta cadencia y suavidad. “Ki” suena repentino como el golpe de una piedra.
El origen indudablemente no era español ni latino. La “k” posee un origen muy primitivo, como nuestros indios. Ya el alfabeto fenicio escribía esta letra, y pasó al alfabeto griego con la misma figura. De allí se difundió a otros pueblos (germanos e ingleses). Por ello en algún momento se puede pensar que la traducción de la fonética quechua se hizo en el sentido de otro diccionario, tal vez germano o inglés, que tiene muchas más palabras que comienzan o utilizan la “k”. Pero esto es poco probable puesto que también grandes lingüistas españoles se preocuparon por la fonética indígena utilizando la “k” como sonido más fidedigno, y utilizando el alfabeto antiguo completo. Detrás de todo esto no obstante queda pendiente una profunda cuestión de filología y filosofía del lenguaje.
Segunda hipótesis: es muy probable que la traducción fonética del quechua se realizara por la “k” para no confundir el sentido propio del idioma indígena, y su posible enseñanza escrita, ya que ella tiene un sonido unívoco, de una sola pronunciación, cualquiera sea la vocal que la acompañe. El vocablo “qui”, inestable, podría confundirse, en cambio, como “cui”. Aquella expresaba además un sonido original, tosco como las serranías.
EL DECRETO DE 1812, EN EL ORIGEN LA "K"
El 14 de Agosto de 1812 el Primer Triunvirato emite el siguiente Decreto, cuyo contenido no vamos ahora a analizar: “Declárase al pueblo de los Kilmes libre a toda clase personas; su territorio por la propiedad del Estado. Se derogan y suprimen todos los derechos y privilegios que gozaban los pocos indios que existen en dicha población, y en su virtud se extingue en los citados naturales toda juridicción, amparándoles por ahora en la posesión de los terrenos que ocupan y cultivan...”
Sostenemos que la escritura como “Kilmes” no fue un error de quien escribió el Decreto (ya había además algunos antecedentes). Respondía a los principios revolucionarios de Mayo, a la recuperación, a veces parcial, de la línea indigenista de San Martín, Belgrano y Moreno.
La “k” era por lo menos una letra no española y expresaba una lucha contra el lenguaje heredado. Se remitía a la forma universal del lenguaje indígena, ya traducido y conocido para esa época.
El origen indudablemente no era español ni latino. La “k” posee un origen muy primitivo, como nuestros indios. Ya el alfabeto fenicio escribía esta letra, y pasó al alfabeto griego con la misma figura. De allí se difundió a otros pueblos (germanos e ingleses). Por ello en algún momento se puede pensar que la traducción de la fonética quechua se hizo en el sentido de otro diccionario, tal vez germano o inglés, que tiene muchas más palabras que comienzan o utilizan la “k”. Pero esto es poco probable puesto que también grandes lingüistas españoles se preocuparon por la fonética indígena utilizando la “k” como sonido más fidedigno, y utilizando el alfabeto antiguo completo. Detrás de todo esto no obstante queda pendiente una profunda cuestión de filología y filosofía del lenguaje.
Segunda hipótesis: es muy probable que la traducción fonética del quechua se realizara por la “k” para no confundir el sentido propio del idioma indígena, y su posible enseñanza escrita, ya que ella tiene un sonido unívoco, de una sola pronunciación, cualquiera sea la vocal que la acompañe. El vocablo “qui”, inestable, podría confundirse, en cambio, como “cui”. Aquella expresaba además un sonido original, tosco como las serranías.
EL DECRETO DE 1812, EN EL ORIGEN LA "K"
El 14 de Agosto de 1812 el Primer Triunvirato emite el siguiente Decreto, cuyo contenido no vamos ahora a analizar: “Declárase al pueblo de los Kilmes libre a toda clase personas; su territorio por la propiedad del Estado. Se derogan y suprimen todos los derechos y privilegios que gozaban los pocos indios que existen en dicha población, y en su virtud se extingue en los citados naturales toda juridicción, amparándoles por ahora en la posesión de los terrenos que ocupan y cultivan...”
Sostenemos que la escritura como “Kilmes” no fue un error de quien escribió el Decreto (ya había además algunos antecedentes). Respondía a los principios revolucionarios de Mayo, a la recuperación, a veces parcial, de la línea indigenista de San Martín, Belgrano y Moreno.
La “k” era por lo menos una letra no española y expresaba una lucha contra el lenguaje heredado. Se remitía a la forma universal del lenguaje indígena, ya traducido y conocido para esa época.
No obstante, todavía a la utilización de esta letra se le podrían dar dos interpretaciones opuestas: para algunos liberales señalará la supuesta dignidad imperial de un nuevo pueblo, igualado ahora a nombres como “Franklin”, o “Kaiser”, en el más repulsivo sentimiento procentralista, y para otros, como nosotros, señalará de alguna manera el origen autóctono de los naturales de esta tierra, y el rescate de su propia lengua y fonética. Que curiosamente no fueron reafirmados en diversos aspectos de la historia posterior, construida con tantos olvidos. De aquí entonces el nombre de nuestra Revista.
Tercera hipótesis: al seguir escribiéndose ”Quilmes”, en vez de “Kilmes” como lo indicaba el Decreto, se cometió una reimpresión del error original, como cuando los españoles llegaron al Valle Calchaquí, y con soberbia dieron nombre a todas las cosas poniéndoles su sello. Así estamos. Se nos escapó una letra, tal vez se nos escabulló un destino.
Tercera hipótesis: al seguir escribiéndose ”Quilmes”, en vez de “Kilmes” como lo indicaba el Decreto, se cometió una reimpresión del error original, como cuando los españoles llegaron al Valle Calchaquí, y con soberbia dieron nombre a todas las cosas poniéndoles su sello. Así estamos. Se nos escapó una letra, tal vez se nos escabulló un destino.
Prof. Víctor Gabriel Gullotta
Compilación y compaginación Chalo Agnelli
Compilación y compaginación Chalo Agnelli
REFERENCIAS
[1] En la editorial del Nº 2 de setiembre de 1993, se informa; “Por otra parte el concejal Hernández, mitad PJ y mitad del MODIN, amenazó ‘pegarle un tipo en al cabeza’ al directo del periódico quilmeño ‘Nuevo Horizonte’, Pedro Navarro”
[2] Ver en http://elquilmero.blogspot.com.ar/2010/09/quilmes-o-kilmes.html/
[3]Víctor Gabiel Gullotta nació el 27 de junio de 1956. Cursó estudios primarios en la Escuela Nª 64 de San Francisco Solano y los secundarios en la EEMNº 2 Luis Piedrabuena de la misma Ciudad. En 1981, egresó como Profesor de Filosofía y Pedagogía en el Instituto del Profesorado del Consejo de Superior de Educación Católica. Entre 1986/87 realizó cursos de perfeccionamiento en el área de Epistemología y Lógica de la UBA. En 1994 publicó "San Francisco Solano: una historia para contar (1580/1993)", El Monje Editor. Ejerció como docente en escuelas secundarios de Quilmes y Florencio Varela durante 26 años. Publicó varios artículos de historia local en la Revista "Los Indios Kilmes" y otros medios periodísticos. Tiene un libro todavía inédito titulado: "Luciérnagas de Solano". Integra la Agrupación de Historiadores Los Quilmeros
[2] Ver en http://elquilmero.blogspot.com.ar/2010/09/quilmes-o-kilmes.html/
[3]Víctor Gabiel Gullotta nació el 27 de junio de 1956. Cursó estudios primarios en la Escuela Nª 64 de San Francisco Solano y los secundarios en la EEMNº 2 Luis Piedrabuena de la misma Ciudad. En 1981, egresó como Profesor de Filosofía y Pedagogía en el Instituto del Profesorado del Consejo de Superior de Educación Católica. Entre 1986/87 realizó cursos de perfeccionamiento en el área de Epistemología y Lógica de la UBA. En 1994 publicó "San Francisco Solano: una historia para contar (1580/1993)", El Monje Editor. Ejerció como docente en escuelas secundarios de Quilmes y Florencio Varela durante 26 años. Publicó varios artículos de historia local en la Revista "Los Indios Kilmes" y otros medios periodísticos. Tiene un libro todavía inédito titulado: "Luciérnagas de Solano". Integra la Agrupación de Historiadores Los Quilmeros